En alguna ocasión ha escuchado el cuento aquel que se refiere a que el “buen” contador de profesión, es aquel que ante la pregunta de cuánto es 2 + 2, debe responder: ¿Cuánto quiere que le dé?

No dejó de sorprenderme la explicación, entendiendo que el personaje debe actuar como cómplice de su patrón, acomodando los números a lo que más convenga y no al verdadero resultado operativo; es decir que, podría ser la respuesta 3 (si se quiere disminuir las utilidades) o 5 (si se quisieren aumentar); o cualquier otro resultado incluso más desproporcionado; pero eso sí, raramente debería ser 4.

Sin embargo, el tiempo y la experiencia muestran, luego de pasar por un gran número de compañías, los descaros o desafueros en la manipulación numérica y la ceguera sobre las consecuencias a las que terminan exponiéndose sus dueños.

Las autoridades de control, cada vez más alerta, aprenden sobre maquillajes en balances y estados de resultado, razón por la cual van directamente a la fuente, los comprobantes de causación y facturas de origen, además de otros controles sistémicos que vienen implementándose permanentemente.

¿Por qué esa negación a mostrar la realidad?

El razonamiento del empresario normal es que al mostrar muchas ganancias se tiene que pagar muchos impuestos; peor aún, cuando se conoce que esos recaudos terminarán siendo despilfarrados por estados ineptos, glotones o corruptos.

Para el caso de las pérdidas, el argumento general es que los bancos solo le prestan a los que no lo necesitan y, por lo tanto, da pánico mostrar estados financieros con números en rojo (a veces la ceguera bancaria no ayuda mucho, es cierto).

Lo que parece absurdo, es que alguien dando pérdidas este dispuesto a pagar impuestos, a veces muy cuantiosos, sabiendo que estará renunciando a algún tipo de protección o exención tributaria futura.

El esconder ganancias puede sonar más lógico, porque prudentemente se aceleran períodos de depreciación o amortización de gastos pre-operativos. Pero en rigor, las utilidades que no se muestran hoy tendrán que mostrarse mañana.

Qué esperar de los bancos

En lo que corresponde a los bancos, debemos decir con conocimiento de causa, que aquellos tienen de todo menos de bobo; sus comités de crédito son extremadamente cautelosos, están enterados de los factores macroeconómicos y de mercado, saben lo que pasa en cada subsector y cómo las empresas están acostumbradas a esconder realidades complicadas para buscar préstamos, lo cual obviamente ellos bien saben descontar al momento de hacer sus cálculos, y de ahí las garantías.

El maquillaje de los estados financieros

En muchas ocasiones, se encuentran los estados financieros alterados con operaciones que no guardan relación con el negocio, por los conocidos gastos de socios: casas, carros, gasolina, arriendos, pólizas, seguros, etc. El problema de esta costumbre malsana es que termina matándose al final la gallina de los huevos de oro.

Existen los estados financieros que parecen una colcha de retazos, por donde se los mire no se entienden, requieren de traductor; y otros tan resumidos que necesitan de comentarista para conocer de justificaciones.

Los financieros zorros entienden que los pasivos son generalmente ciertos en un balance, mientras que los activos son relativos, por lo que hay que dudar de estos (cuando se quiere esconder pérdidas estas siempre terminan activándose). Ejemplo: Las cuentas por cobrar no cuentan con provisiones, los inventarios son obsoletos o han desaparecido, y los activos generalmente no reflejan su valor real.

En otras empresas, más creativas, aparecen patentes, good-will o marcas registradas, por sumas exorbitantes, que están lejos de mostrar la verdad.

Por otro lado, existen aquellos que han escondido tanto sus utilidades, que luego no pueden justificar sus grandes fortunas, teniendo que diluir patrimonios entre testaferros, que muy fácil luego se podrán desaparecer.

Renegamos de la economía, la corrupción, el contrabando, los vendedores informales, la piratería, pero los empresarios y empleados que se prestan para malos manejos tampoco están exentos de señalamientos.

Una empresa grande de metalmecánica, a manera de ejemplo, decidió desentenderse de los desperdicios de lámina; estos eran vendidos como chatarra y pagados en efectivo (recursos tomados directamente por los socios). Durante años esto paso desapercibido, y entre un 5% y 10% del corte de cada lamina terminaba en desperdicio. Sin embargo, los sistemas manejaban despieces exactos. No obstante, atravesando una dura recesión se quiso echar mano de lo que se tenía, incluyendo los inventarios reportados por el sistema, pero aquellos obviamente estaban muy descuadrados. Los socios, mostrándose sorprendidos, en un acto teatral, gritaban ¡hemos sido robados! Cuando ellos mismos habían creado ese autoengaño.

Por otro lado, usualmente los empleados que se prestan a ese tipo de trampas se vuelven intocables, e incluso en muchos casos, se convierten hábilmente en expertos extorsionadores a cambio de su silencio.

¡Si quiere que los números le cuadren, comience por decirse la verdad!

Por todo lo anterior, el contador tiene que ajustarse a lo que normativamente este permitido ¡y punto! En palabras más exactas: Un contador no debe acceder a acciones que limiten en la deshonestidad ¡ellos finalmente son los notarios de las empresas!

Una cosa son las estrategias tributarias, aprovechar las normas y exenciones a su beneficio y otra es intentar tapar el sol con un dedo.

Sí la contabilidad obedece a unos principios y normas internacionales (NIIF), esta debe reflejar la “realidad económica” de toda compañía (la realidad económica contable se expresa en todos aquellos bienes o circunstancias que puedan de una u otra forma ser convertidos o referidos en dinero).

Actuar así significa defender los intereses de todos los socios o públicos relacionados; es algo parecido al padre de familia que encubre a su hijo por sus equivocaciones evitándole reprimendas, pero lastimosamente la ley del karma existe, y al final, ambos terminarán pagando y sufriendo consecuencias mucho más graves ¡Una cosa es proteger y otra encubrir actos cuestionables!

Recuerde: Las personas que proceden correctamente, siempre les irá bien, incluso en ambientes difíciles u hostiles, y sino pasa, al menos he visto que les queda el orgullo y satisfacción de mantener una conciencia tranquila.

Un truco práctico al margen: siempre que entre a la gerencia de una compañía o haga parte de una junta directiva, pídale al inicio al contador y revisor fiscal del momento, que le certifiquen que los estados financieros corresponden a la realidad económica del momento. Si los nota evasivos ya deberá intuir por dónde comenzar.