La ética podríamos definirla como la ciencia del comportamiento que busca distinguir lo bueno de lo malo, lo justo de lo injusto, y el trato igualitario versus el trato desigual.

Desde otro punto la ética puede ser vista como aquella filosofía que busca armonizar la realización personal con la de los demás seres humanos; o mejor aún, como aquella dinámica social que enfrenta los valores particulares con los valores manejados por una comunidad producto de su costumbre, creencias o normas, en un tiempo determinado (también conocida como moral).

La dinámica empresarial, comercial o de mercado, trae implícita la interacción libre entre particulares, buscando un interés común: el intercambio; y de este tipo de relaciones surgen los acuerdos, pactos o contratos.

Observe que en el campo de la ética o la moral se habla comúnmente de “valores”, es decir, aquello que realmente se aprecia o se le da verdadero valor. Y es así que en el mundo empresarial existen valores muy estimados dentro de los hombres de negocios, como la puntualidad y la seriedad en el cumplimiento de los compromisos.

También en estos campos se habla de principios, entendidos estos como aquellos valores superiores que se terminan convirtiendo en regla y, por ende, que no pueden ser quebrantados, como la honestidad y el respeto.

Kant, sobre otros filósofos de la historia, y sobre quien se fundamentaron las bases de la Declaración de los Derechos Humanos, señala que lo importante es prestar atención a la “buena voluntad”; esto es, la intensión de toda acción humana: lo que se conoce en el ámbito empresarial como “la buena fe”.

El correcto proceder es no buscar engañar a nadie porque a nadie le gusta ser engañado. Es un tema de conciencia o forma particular de actuar más que una imposición externa. Independientemente de cuales sean las circunstancias, recompensas o castigos, no se engaña por la profunda convicción de que se debe proceder siempre con la verdad.

Queriendo ir más allá, la filosofía Aristotélica indica que todas las acciones se pueden volver virtuosas (lograr maestría) cuando se intenta alcanzar un justo medio. Por ejemplo, el valor que se debe tener para defender el criterio profesional (como, el juramento hipocrático). Los extremos serían por un lado la cobardía, que por miedo anteponemos, terminando en congraciarse con algo que no se está de acuerdo; o por el otro, cuando se intenta aplastar o dominar a la contraparte a través de imponer una superioridad relativa, entrando en el mundo de la descortesía o carencia de prudencia.